miércoles, 2 de abril de 2014

PUBLICACIÓN

















poemario
Año: 2014
Ed: editorial lisboa
Colección: Marino
78 Páginas





UN chiste lento
tarda en salir
estoy llorando
la tristeza
se cansa
anida
de flor a flor
bosteza

*

UN vestido cuelga
de su cuerpo
atraídos por el cauce del agua
por la luz mortecina lunar
corremos hacia el río
los claros del amanecer
arrojan color al cielo estrellado
llegamos al agua y surge una decepción:
el bote no está
el río lo ha robado
para salvar su vida


* * *


Hay poemas cristalinos y a la vez cargados de inaprensible misterio, como si un oscuro río corriese debajo de ellos alimentándolos, dándoles humedad y permanencia.
Hay poemas que no penden del pasado, tampoco se adhieren al presente, sino que flotan entre estas dos orillas, sirviéndose de ambas.
Hay poemas que extraen de la naturaleza y de la sabiduría de la infancia, los minerales necesarios para adentrarse en la intemperie de la adultez.
Así son los poemas del libro Impureza de los días de Felipe Herrero. Leerlos es seguir un sendero de piedritas que este poeta dejó tras de sí para que conozcamos un universo salpicado de realismo mágico, donde el río roba el bote para salvar su vida, el árbol corre por el parque, el mundo rebota como una pelota y las rocas se convierten en flores, como cediendo ante la tentación de aquel verso de T. S. Elliot: ven bajo la sombra de esta roca gris y te mostraré algo distinto.
El poeta nos indicó el camino y huyó hacia la soledad prendiéndole fuego a su equipaje. Al final del tramo nos aguarda este testimonio, el diario de un hombre que se rompió en los espejos, que mordió la raíz agridulce de sus días en la Tierra.

el destino
no se puede
torcer

su materia
es más dura
que la piedra




Natalia Litvinova


* * *

Quiero expresar, no vender


      I.

      Quiero expresar una inquietud acerca del hacer poético actual en general. Según mi parecer, el poema no debería perder su esencia, el motivo de su existencia, si el poema pierde ese motivo por fanatismo en la corrección estará derrotado, se convertirá en otra cosa, en un nuevo cuerpo no premeditado —desde sus varios eventos arbitrarios de la vida que le dieron origen— por fuera de los criterios de corrección, por ende, resultará un poema falso y carente de naturaleza.
      Desde mi parecer insisto, la corrección debería nutrir y proteger el motivo del poema, si no lo hace, habría que buscar nuevos criterios de corrección para que se le permita a ese poema sobrevivir. Con esto no me refiero a que la corrección no sea el tiempo más importante en la creación artística, lo es sin lugar a dudas.
      Cada poema no es el mismo al anterior y cada uno conlleva un nuevo criterio de corrección. Aquellos parejos y pelados de naturaleza, ficticios, gramaticalmente brillantes y encarcelados en una dictadura correctiva no son de mi interés, no creo en ellos. Es por esto que huyo a las escuelas poéticas, así como al pasto sintético.
      Yo abrazo y aprendo de la naturaleza, de aquellas creaciones que les lleva largo tiempo madurar y que no recurren a las anfetaminas.


             II.

      Para cerrar este comentario es mi deseo agradecer a la poeta Natalia Litvinova ya que sin ella es posible que Impureza de los días no hubiese cobrado vida. Aprovecho también para agradecer las conversaciones oportunas con mi amigo poeta Jacobo Rauskin.

Felipe Herrero

viernes, 10 de enero de 2014

PUBLICACIÓN













antología poética
(Herrero - Litvinova -
Castignani - Busquet)
Año: 2013
Ed: editorial lisboa
Colección: Marisma
44 Páginas







me río de la mortalidad
de lo fanático que suele disiparse
en agua transparente

me río del capital río
de su modo animal de ver el mundo
al construir mansiones que se derrumban
cuando el planeta echa un viento fértil al piso

me río del hombre

del modo de ver la tierra
mi tierra virgen le dice
como si el mundo fuera una puta
nena carnal de diez años
con el culo parado y sediento

* * *

Cualquier calle, incluso una avenida famosa, es buena para sincerarse, para hablar con uno mismo y después decir algo a los demás. ¿Lo escucharán al que acaba de dejar de hablar consigo mismo para decir algo a los caminantes, para soltar versos a quienes cruzan la Avenida de Mayo como si dejaran atrás todas las voces? La duda tiene su razón de ser aquí. Entonces, y con mayor razón, habla un hombre a los demás, también a los que no quieren saber nada de él. El desenfado, la dureza de la expresión, la confesión de una fe basada en la profundidad de las pasiones y en la sencillez de la vida definen por un momento a la voz de Felipe Herrero en este puñado de poemas.
Jacobo Rauskin